Tras superar un síndrome mielodisplásico en un año “muy difícil”, ahora abundan los planes para 2016: un disco, concierto en Nueva York y el regreso al Teatro Teresa Carreño en abril, seguido de Maracaibo en mayo.
Además quiere promover la donación de médula, luego de que un dador anónimo salvara su vida.
«Yo viví este año mirando Nueva York desde la ventana y ésta es una ciudad para caminar. Extremando las medidas, evitando bacterias e infecciones. Pocas subidas en el Metro, sin acercarme a niños ni mascotas. La enfermedad que tuve…«, dice, pues ya los tiempos verbales han cambiado.
El 14 de febrero vuelve a escena, en la sala SOB’s de Manhattan, con capacidad para 400 personas. Eddy Pérez, una constante en su carrera, viene de Caracas como músico invitado. «Más que un concierto, es una celebración» del trance superado que le imposibilitaba generar células sanguíneas sanas.
Días después Yordano volverá a Venezuela, de donde salió el 22 de noviembre de 2014 en ruta a un trasplante de médula en Nueva York, víctima además de la escasez de insumos. Para completar, partió con muletas, tras sufrir una caída. Han pasado catorce meses que parecen muchos más, para él y Venezuela.
– ¿Qué país espera encontrar?
– Me mantengo al día, han pasado barbaridades estos últimos 17 años, pero yo no estoy para dramas. Hay una perspectiva diferente en mi vida en este momento, aunque soy el mismo que estudió Arquitectura en la UCV en los períodos más conflictivos, con allanamientos y bombas lacrimógenas. Fui testigo presencial y participante. Crecí viviendo en varias zonas de Caracas porque mi papá trabajaba mucho y cada vez que conseguía algo mejor nos mudábamos. Mi orientación siempre ha sido la misma. El problema no es si eres de izquierda o derecha, el problema es convivir. La política de verdad significa ponerse de acuerdo y darse cuenta de que si algo no es lo mejor, se cambia.
En proyecto inmediato una antología de clásicos suyos en duetos con cantantes latinoamericanos, algunos ya seguros como Franco De Vita, Ricardo Montaner, Carlos Vives, Nacho, Santiago Cruz, Andrés Cepeda y Los Amigos Invisibles. Otros más en lista de espera. «Cada uno tomará una canción mía y la versionará a su manera. Luego yo completaré el dúo como invitado, grabando cara a cara si es posible. Si no, hoy la tecnología permite unir voces a la distancia. Va a ser muy interesante, ya estoy escuchando las versiones. Son todos panas, siento buena vibra y eso me entusiasma«.
Ese lanzamiento, con Sony, se perfila para junio. Todas esas asociaciones Yordano las agradece a su esposa y representante, Yuri Bastidas. «Ella es la que ata los cabos y provoca los encuentros«, dice, mientras confiesa ser aún «reservado. Nunca he sido el alma de la fiesta«, remata con ironía.
Enseguida admite uno de los cambios más notables en su personalidad tras superar el cáncer: «estoy muy conversador, tengo ganar de hablar«. Así afloran la experticia hematológica que ha adquirido y anécdotas como los estudios de Filosofía y Letras de su padre, «un rebelde que comenzó pintando carteles y vallas en Puerto La Cruz«, y hasta el abuelo que fue comisario policial en Roma.
Pero insiste que aún «a mí me das más miedo hablar con un ejecutivo que sentarme en una tarima ante miles de personas con mi guitarra, que también me da mariposas en el estómago, pero no me deja agotado. Las negociaciones me dejan muerto del cansancio y sin energía«.
-Con más de tres décadas activo en la música, ¿cómo prefiere producir: a la antigua o aprovechando las ventajas de la tecnología?
-No podría decidir. De manera espontánea lo haría a la antigua. Yo soy análogo, no soy experto en la cuestión de la tecnología de la música. A mí que me den un micrófono y una guitarra. Así siempre he funcionado. Pero también entiendo que hay que aprovechar los avances. Es difícil que yo viaje a tantos sitios a grabar estos dúos. Tal vez si tuviera un jet como Mike Jagger (risas). Si tengo la oportunidad de grabar de frente, como hice «Caballo viejo» con Simón Díaz, mucho mejor. Es lo mismo, pero no es igual. Lo humano es lo que se produce cuando los músicos tocan juntos y uno quiere que eso se sienta en el disco. Pero a veces no hay espacio en un estudio para meter un piano de cola, por ejemplo.
Un joropo duro
«Yo siempre fui un tipo fuerte físicamente. Desde chamo hacía natación y tenis. Y luego también seguí activo, pues no se trata sólo de escribir música, sino de tener la energía para tocarla en vivo. Quizás por eso nunca perdí la energía. Los médicos estaban asombrados con ello«, afirma a sus 64 años, mientras ultima las fechas para regresar al Teatro Teresa Carreño en abril y Maracaibo en mayo.
– ¿Ya está curado?
– Estoy en eso (risas). Yo estuve 47 días hospitalizado y muchos más yendo a consulta casi a diario, entre el pre operatorio, la cirugía y el post. Pasé 72 horas con la muerte encima. Hay cosas de las que apenas ahora me estoy enterando porque estuve inconsciente. Fue un año muy muy difícil, con mucho miedo y pronósticos reservados. Es la vida o la muerte, así de sencillo. Y luego quedas con la espada de Damocles sobre el regreso de la enfermedad. Hasta enero me hicieron un aspirado de médula. Eso no se lo deseo a nadie. Por ahora sigue la quimio de manteamiento para monitorear las plaquetas, las visitas regulares al hospital y las terapias físicas para recuperar masa muscular. Pero ya el doctor me dijo que estaba libre de la enfermedad.
Agrega que además de la música, ahora también quiere promover «la donación de médula entre los latinos. Hay muchos prejuicios sobre eso. Y la verdad es algo muy sencillo, sólo hay que tener la voluntad de ayudar a otros. A mí me habían dado 8 meses de vida. Me salvó un donante anónimo de un banco de médula ósea«.
– Ha publicitado sus encuentros con la periodista Anna Vaccarella, actualmente también en tratamiento en Nueva York. ¿Qué cree que una persona en esa condición debe escuchar?
– Es muy difícil responder eso. Se me ha acercado mucha gente este año para plantearme casos. Yo no me siento con derecho a decirle a nadie qué hacer. Mi doctor me dijo: «ésta no es una lucha contra la muerte, sino una lucha por la vida». Pero eso yo no lo entendí hasta hace apenas unos días cuando me dijo que la enfermedad tenía cero por ciento de posibilidad de volver. Entonces sí vi la luz al final del túnel. Yo le diría a quien está en esta situación que si va a meterse en este proceso, debe entregarse a su sanación, como un monje cuando entra a un monasterio. Hacerlo de verdad. Si no, vas a estar peleando contra tu sanación. Este joropo es duro.
– ¿Hay Yordano para rato?
– Esa es la idea (risas). Me siento caminando sobre algodón, como en una nube. Tengo otra perspectiva humana. Siempre fui un tipo sensible, pero ahora siento que hay algo más en mí que no estaba.
Andrés Correa/ El Universal