Poco podía imaginar Pablo Alborán que el concierto que ofreció en Uruguay dos semanas antes del estallido de la pandemia sería el último en mucho tiempo, una pausa de casi año y medio que concluirá en julio, cuando el malagueño retome al fin la carretera con otra perspectiva de la vida.
«La pandemia me ha enseñado más que todos estos años de carrera. Nos ha dado una lección de presente y de verdad para tener la cabeza donde se tiene el cuerpo, que es algo que no siempre he hecho», reconoce el artista en entrevista con Efe, en mitad de los ensayos para los siete conciertos que ofrecerá en España este verano.
Arrancará el 7 de julio en el Wizink Center de Madrid y solo unos días después, el 12, actuará en el festival Starlite de Marbella, en el que será su primer concierto en Málaga en tres años. «Hace tanto que no voy que igual no reconozco a mi familia», bromea.
Pasará después por los ciclos Benicàssim Luce (en la localidad castellonense del mismo nombre, 15 de julio), Porta Ferrada (Girona, 30 de julio), Concert Music Festival (en el municipio gaditano de Chiclana, 14 de agosto) y el Stone & Music de Mérida (29 de agosto) como fin de una gira para la que, pese a las restricciones, ha puesto «toda la carne en el asador».
«Nos tenemos que adecuar lo máximo posible a las condiciones que hay, pero una parte de mí quiere que la gente recupere la ilusión y eso implica una apuesta a lo grande, en la que revivan la vida que teníamos y que volverá. Para eso, la música es una buena máquina del tiempo», argumenta.
Alborán promete pantallas, luces y 26 canciones entre todas las de su últimos disco de estudio, Vértigo (2020), que volvió a ser número 1 en ventas en España, y una revisión de los temas más importantes para él de su carrera.
Habrá, además, «lugar a la improvisación, a la diversión, a la emoción y a la magia». «Necesitaba ese momento de silencio, de aparecer con mi guitarra y conectar con el público, con eso que nos ha quitado la mascarilla», alega.
Él, que andaba de gira por Latinoamérica a principios del pasado año, se salvó «por los pelos» de que la declaración de la pandemia le pillara fuera de casa. «Recuerdo ahora todos esos conciertos con el pensamiento de que, si hubiese sabido que iban a ser los últimos, los habría vivido de otra manera», valora.
Ese vivir en presente es el consejo que le daría al Pablo Alborán de sus principios, el de la guitarra acústica que cantaba «Solamente tú» hace diez años, al principio de su trayectoria, en salas como la madrileña Búho Real, a la que volvió hace solo una semanas a modo de homenaje.
«A ese Pablo le diría que mantuviera los ojos bien abiertos, los oídos bien limpios y que no se perdiera nada. Yo lo he intentado, pero soy una persona muy controladora que necesita saber, conocer y entender por qué las cosas funcionan o no, aunque hay veces que las cosas no tienen explicación», reflexiona sobre su obsesión por estar en todas partes.
Por ello, confiesa que el tiempo de soledad junto a sus padres le ha venido muy bien para valorar lo que ha tenido suerte de vivir, para componer y para reflexionar sobre lo que ha hecho y lo que quiere hacer de ahora en adelante.
«Todos hemos tenido gente alrededor que lo ha pasado muy mal y la música ha sido uno de los sectores más perjudicados porque se vive al día. Hay gente que ha perdido sus ingresos, familias destrozadas por no poder seguir trabajando. Está siendo muy complicado volver a empezar y por eso para mí esta vuelta es un privilegio», destaca.
Lo valora especialmente por su equipo, al que le une «una muy buena relación». «El día a día es como un Gran Hermano en carretera con ellos, hasta el punto que hemos pasado más tiempo juntos que con muchos miembros de mi familia», señala entre risas.
A la espera de poder reencontrarse también con su público de Latinoamérica («Lo antes posible, siempre y cuando se pueda hacer de una forma segura», promete), preparó para ellos dos conciertos en streaming que condensen toda la magia de sus próximos «shows» en directo.
Tendrán lugar el 29 de mayo para sus seguidores en México, Honduras, El Salvador, Guatemala, Ecuador, Colombia, Venezuela, Panamá y Costa Rica. Seguirá un segundo concierto el 5 de junio en el mismo formato para Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Perú y Paraguay, con pases virtuales ya a la venta en su web oficial.
Aunque se define como un compositor «ordenado» («Con un tiempo para el barbecho, otro para escribir, el del estudio, la gira…», explica), uno de los cambios favorables de la pandemia ha sido la transformación de los tiempos de la industria musical. Ahora, si le inspira algo, lo graba y puede sacarlo de manera inmediata.
«Por momentos quiero ser supermoderno y en otros me emociono con lo de siempre. Estoy en ese equilibrio. Me están saliendo cosas muy diferentes, pero otra parte de mí pide una raíz brutal, una manera orgánica de hacer las cosas», anticipa sobre sus últimas grabaciones, una «hiperclásica» y otra que es una colaboración «con otro rollo completamente distinto».
En ese debate se podría enmarcar también su aportación al próximo disco de Najwa Nimri, Ama, en el que se versionan clásicos sentimentales del cancionero latinoamericano. Ella lo llamó y él atendió muy gustoso la propuesta.
«Hay un espíritu en ella que siempre me ha cautivado y poder trabajar a su lado ha sido un regalazo», confirma Alborán, quien de momento guarda silencio sobre la información publicada por diversos medios, incluido Efe, sobre su incorporación como coach a la próxima edición del concurso La Voz.