La industria del pop a principios del siglo XXI fue toda una locura donde se veían artistas y grupos por docenas con un patrón muy determinado. Se buscaba forrar carpetas, cuartos y más con caras de los nuevos ídolos, contagiar a todos con coreografías y desarrollar campañas de marketing alrededor de ellos. La lucha por tener el trono del pop era muy fuerte, pero con el tiempo han confirmado y han revelado que siempre ha sido un truco de los publicistas para vender. La rivalidad que se veía entre Britney Spears y Christina Aguilera fue extrema y estuvo por mucho tiempo en el ojo público, luego de muchos años de creer que si existía una competencia entre ellas, ambas artistas confesaron que se admiraban entre ellas.
Algo similar ocurrió con las famosas boybands de la época, los grupos masculinos que a lo largo de los 90’s y los 2000 triunfaron en las listas más populares y crearon un imperio de fanáticos. En ese momento, se sentía la presión de escoger solo a uno, algo que para muchos era imposible, ser seguidor de ambas bandas como los Backstreet Boys y NSYNC. Ambas nacieron con conceptos similares donde se veían a chicos guapos que cantaban y bailaban melodías pop pegadizas, pero llevaron el concepto de «boyband» tan arriba que se convirtieron en el referente dentro de la industria musical.
Ambos grupos gozaron de sus éxitos en la misma época, algo que evidentemente, como pasó con Christina y Britney, llegaron a una rivalidad continua, no solo en términos musicales sino en sus coreografías, su nivel de exposición y el atractivo de sus componentes.
La agrupación Backstreet Boys nació de una forma convencional, donde cada uno realizó un casting orquestado por Lou Pearlman, un productor que se propuso a buscar a los próximos New Kids on the Block. Poco a poco fueron llegando los cinco integrantes de la banda, Nick, McLean, Kevin, Brian y Howie, que hoy en día siguen permaneciendo en ella. Fue así que el 19 de abril de 1993, nacieron los Backstreet Boys donde alcanzaron la fama en Europa con su éxito «We’ve got it going’on».
Mientras los cinco chicos comenzaban a construir su propio legado musical, Pearlman movía sus discretos hilos para trabajar en la creación de una segunda boyband. Es cuando llega el año 1995 y Chris Kirkpatrik se reúne con el productor, a quien había conocido durante un casting para los Backstreet Boys. A este nuevo proyecto se sumaron Justin Timberlake y JC Chasez, después de la cancelación de The Mickey Mouse Club, llegaría Joe Fatone y Jason Galasso, a partir de aquí se crea NSYNC.
En el año 1997, los Backstreet Boys ya vendían discos por millones y en ese mismo tiempo NSYNC lanza su primer trabajo discográfico. Un año después, con sus primeras presentaciones en vivo, comenzaron a ser conocidos por el gran público. Fue entonces donde inicia la rivalidad entre ambas boybands.
Teniendo en cuenta que el creador y manager de ambas bandas era la misma persona, no es extraño pensar que la rivalidad entre ambas boybands era un plan perfecto de marketing para monopolizar la tendencia de ambas bandas para ganar más seguidores sin importar cual de ellas sería la más victoriosa.
Hace tiempo, el otro representante de las bandas, Johnny Wright, reveló durante una entrevista para Rolling Stone que la rivalidad entre ambos era en términos de la clásica Motown: «Los Backstreet Boys serían los Tempations mientras NSYNC serían los Four Tops».
Al final todo resultó ser parte de un plan nada ético en el que las dos bandas eran desconocedores de los tejemanejes de sus equipos, alimentando una rivalidad que afectó individualmente a los miembros de ambas agrupaciones. La estrategia era enfrentarlos y hacerlo desde las pequeñas diferencias que se perfilaban entre ellos. Mientras que los Backstreet Boys solían aparecer como una banda más madura, con letras armónicas y un toque oscuro, NSYNC solía vestir de forma más juvenil, con un estilo muy basket.
La rivalidad entre ambos iba aumentando a medida que iban consiguiendo más fama y más dinero. Con la publicación en la revista Millenium (1999), los Backstreet Boys consiguieron un éxito rotundo pero el dinero llegó a la cuenta corriente de Pearlman. Fue ahí, donde se desveló una de las mayores estafas de la industria del pop. El productor se encargaba de reunir a inversionistas, los invitaba a viajes, entradas al cine, ensayos y grabaciones de los grupos, pero el supuesto imperio se sostenía de préstamos. En el año 2006 se terminó revelando el esquema fraudulento con el que Lou Pearlman estafaba a muchas personas, incluidas las bandas con los que el trabajaba y según él: «Eran su familia».
Fuente: Los 40 principales.