Louis Vuitton presentó el pasado jueves en París la última colección concebida en 95% por el difunto creador estadounidense Virgil Abloh, en un desfile en el que contó con el director musical venezolano Gustavo Dudamel y donde se puso en valor el exitoso universo de Abloh en estos últimos años.
Han sido ocho las colecciones creadas por Abloh, fallecido en noviembre a los 41 años de edad por un raro cáncer de corazón, para Vuitton, firma que rompió los esquemas tradicionales del lujo al elegir a un creador negro y procedente del mundo del estilo urbano.
Tan solo Abloh y Olivier Rousteing, en Balmain, pusieron rostro a la diversidad racial en las altas casas de moda parisina, por lo que el gesto de su elección resultó novedoso en muchos sentidos.
El lugar seleccionado para mostrar la colección otoño-invierno 2022 fue el Carreau du Temple, un pabellón antes usado como mercado y que hoy acoge actos culturales y deportivos, junto a la Plaza de la República.
Allí se agolpaban los cientos de seguidores que querían despedirse de Abloh, como también lo hicieron otros amigos de la marca, como el cantante colombiano J Balvin y el rapero Tyler, the Creator, que compuso además ocho piezas musicales para este desfile, interpretadas por la orquesta Chineke.
Chineke es la primera orquesta profesional europea compuesta únicamente por músicos de minorías étnicas, y el jueves fue dirigida además por Gustavo Dudamel, director musical de la Filarmónica de Los Angeles y de la Ópera Nacional de París.
El ambiente estaba casi listo para que este espectáculo cerrara el círculo de despedidas a Abloh, iniciado ya dos días después de la muerte del creador, con un desfile en Miami.
Pero la pasarela resultó finalmente más alusiva a la obra de Abloh que el propio escenario: un lujo visto a través de la mirada de un niño, más juguetón, despreocupado y libre.
En un paleta de tonos pasteles, sobre todo el blanco y el celeste, la sastrería combinó encajes con prendas deportivas, como cazadoras vaqueras o de piel.
La seda vistió pantalones, chilabas y caftanes, piezas reinterpretadas en diversos tejidos.
El uniforme deportivo de nadadores, ciclistas y esquiadores se reinventó en los códigos de la alta moda, con bordados de pedrería y brillantes.
Vuitton se atrevió además con las faldas para hombre en tul y en nailon, inspiradas en el armario de las artes marciales; una colección que, según dijo hoy en la revista especializada WWD el consejero delegado de Vuitton, Michael Burke, fue creada en 95% por Abloh.
Llamó la atención una serie de chaquetas y bermudas que, a base de bordados, como una tapicería, reprodujo los lienzos Recuerdo de Italia, de Giorgio de Chirico, y El taller del pintor, de Gustave Courbet.
Este gusto por mezclar la cultura de las instituciones con la de las calles se vio también en la puesta en escena: si Abloh siempre había defendido que sus modelos no son solamente modelos, esta vez los maniquíes actuaron, bailaron e hicieron volteretas por todo el escenario, mostrando una colección especialmente viva.
Se vieron de nuevo los estampados de «tie dye», muy queridos por Abloh, que los introdujo incluso en abrigos de piel de oveja, mientras que los accesorios pusieron el toque divertido, sobre todo las botas altas con tacón cuadrado, muy setenteras.
También animaron las prendas los sombreros y cascos con orejeras, las gorras de béisbol, los guantes de ciclista y unas gigantescas alas de cometas y encajes, que en este contexto parecían especialmente concebidas para el ángel caído de Vuitton.
La marca no se ha pronunciado todavía sobre el sucesor de Abloh, en parte porque su legado está muy fresco y presume de una reputación envidiable entre el público y los compradores.
Este gusto por mezclar la cultura de las instituciones con la de las calles se vio también en la puesta en escena: si Abloh siempre había defendido que sus modelos no son solamente modelos, esta vez los maniquíes actuaron, bailaron e hicieron volteretas por todo el escenario, mostrando una colección especialmente viva.
Se vieron de nuevo los estampados de «tie dye», muy queridos por Abloh, que los introdujo incluso en abrigos de piel de oveja, mientras que los accesorios pusieron el toque divertido, sobre todo las botas altas con tacón cuadrado, muy setenteras.
También animaron las prendas los sombreros y cascos con orejeras, las gorras de béisbol, los guantes de ciclista y unas gigantescas alas de cometas y encajes, que en este contexto parecían especialmente concebidas para el ángel caído de Vuitton.
La marca no se ha pronunciado todavía sobre el sucesor de Abloh, en parte porque su legado está muy fresco y presume de una reputación envidiable entre el público y los compradores.
Noticia de: El Nacional.