En Hollywood no todo es glamour y alfombras rojas. Decenas de actores y actrices han confesado a lo largo de los años haber sufrido algún trastorno o depresión debido a la fama. La última en hacerlo, ha sido Amanda Seyfried, quien tras más de dos décadas en el mundo de la interpretación ha admitido públicamente que sufre ataques de ansiedad y de pánico, ya que cuando los experimenta se convierten para ella en «un asunto de vida o muerte». «Eso es lo que es un ataque de pánico, en realidad», explicaba la actriz para The Today Show. «Tu cuerpo simplemente entra en lucha o huida. La avalancha de endorfinas y la descarga que ocurre después del ataque de pánico es extraordinaria. Te sientes muy aliviada y tu cuerpo se recupera de alguna manera. Es muy extraño porque es fisiológico, pero empieza en tu cabeza«, relataba.
Casada con el también actor Thomas Sadoski y madre de dos hijos, una niña de cuatro años y un hijo de siete meses, ha señalado que uno de los motivos que le generan mucha ansiedad es pensar que las personas no comprenden que ella es una persona «normal», ya que a menudo asumen que lleva una vida especial, solo por su fama. «No tengo a nadie que me despierte con el desayuno en la cama y tampoco tengo chofer» señala la actriz. “Cada vez que conozco a alguien estoy muy desesperada para que entiendan que pueden hablar conmigo. Quiero conectar con todos los demás, porque soy como todos los demás” añade.
Y tanto «reniega» de sus privilegios de estrella que lejos de vivir en una mansión en Los Ángeles, Amanda decidió mudarse a una granja en Catskills, en el estado de Nueva York, donde vive rodeada de animales y su madre es la niñera de sus dos hijos. «Siempre quise vivir en una granja. Solo necesito sentirme arraigado en algún lugar en el que pueda confiar que siempre estará allí».
Nominada a un Oscar como mejor actriz de reparto por su cautivadora actuación en Mank, esta no es la primera vez que Amanda habla de sus problemas de salud. Ya en 2016, la actriz hacía público que sufría un trastorno obsesivo-compulsivo, por el que llevaba medicándose desde que tenía 19 años. “Estoy tomando Lexapro y nunca podré dejarlo”, afirmaba en aquella ocasión la actriz. “Se trate de un placebo o no, no quiero correr el riesgo” añadía.
Este trastorno obsesivo-compulsivo le hizo pensar que podría tener un tumor en el cerebro. Fue entonces cuando decidió acudir al médico, le realizaron una resonancia magnética y el neurólogo la derivó a un psiquiatra. Finalmente, fue diagnosticada con este trastorno de ansiedad que se caracteriza por el temor, la preocupación, los pensamientos recurrentes y las conductas repetitivas. La actriz confirma que con el tiempo, los pensamientos y los temores compulsivos han disminuido. “El hecho de saber que mis miedos no tienen una base real ayuda, de verdad» señalaba.
Sin embargo, y a pesar del paso del tiempo, Amanda Seyfried aún continúa lidiando su particular batalla, aunque con mucha más experiencia que antes y dispuesta a seguir demostrando que cuando se apagan los focos y el director grita ‘corten’ ella es una chica de lo más «normal».