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Carolina Herrera explica la ciencia de los modales

“Are you on the list?” El eslogan del perfume 212 Carolina Herrera podría resumir la filosofía de la diseñadora venezolana.

Una marca exclusiva, aunque no inalcanzable; que no atrae a nuevos ricos ni a fanáticos del diseño, ni a quienes buscan ser el centro de la fiesta, con escotes pronunciados o minifaldas imposibles. El misterio, siempre el misterio, así lo predica Herrera.

Carolina Herrera, siempre vestida impecable.

Esta marca ha capitalizado su idea de crear sastrería bien cortada, de hacer piezas que no mueren con un giro moderno, elegantes y femeninas. Nueva York, como sede e inspiración de la marca, contribuye a la exitosa fórmula, junto con productos emblemáticos como las faldas a la rodilla, las cinturas marcadas y los accesorios ¿El toque final? la imagen y los exquisitos modos de Carolina Herrera, siempre vestida de punta en blanco, con una sonrisa cálida, aunque discreta. Una mujer que no teme dar su opinión, pero que no atrae polémica con gritos o comentarios políticamente incorrectos.

Alcurnia venezolana, mujer de mundo

Carolina Herrera nació hace 77 años en el seno de una familia de alcurnia, en Venezuela. Su infancia transcurrió entre caballos de raza, partidos de tenis y viajes a París, donde vivía su abuela. Se casó muy joven y, a los diez años, se divorció, un pequeño escándalo para la conservadora alta sociedad de Caracas. Pero Carolina hizo tripas corazón y volvió a enamorarse, esta vez de Reinaldo Herrera, de quien tomaría su apellido al fundar su marca años más tarde, en Nueva York.

Carolina y su esposo Reinaldo Herrera.

Carolina bien podría haber sido uno de los “cisnes” de Truman Capote, como el escritor llamaba a ese grupo de mujeres elegantes y millonarias que supieron rodearlo en sus buenas épocas. Capote y Herrera fueron contemporáneos, y más de una vez se habrán cruzado en La Grenouille, el restaurante de las socialités neoyorquinas, y el favorito de la diseñadora. En Nueva York fue conociendo el más alto mundo de alta sociedad y política, como a Jackie Kennedy, cuya hija, Caroline, se casaría con un vestido de Herrera. o Diana Vreeland, la emblemática editora de moda, que junto con Rudi Crespi, convenció a Carolina de dedicarse al diseño de una colección, y no al de textiles –“¡qué aburrido es eso”, le dijo la editora de Vogue-. Fue gracias a ese puntapié inicial, y a sus conexiones con el jet-set neoyorquino, que logró hacerse de un nombre.

La historia comenzó en Park Avenue

Una boutique de Park Avenue accedió a exhibir sus prendas en su escaparate, mientras Carolina organizaba showrooms en el departamento de una amiga. El problema era el volumen de su producción, que dependía exclusivamente de las manos de su modista venezolana. La diseñadora tomó entonces una decisión: volver a su país a reunir inversores. Lo consiguió y en 1981 presentó en el Metropolitan Club su primera colección, con la famosa modelo Imán en la pasarela.

Carolina antes de los preparativos de su desfile.

Sin embargo, la crítica –la periodista del New York Times, Cathy Horyn, era muy despiadada con ella- la miraba como una señora de la alta sociedad, que no sabía coser un botón y para la que la moda era un simple pasatiempo. Sin embargo, tres décadas más tarde, su marca, que opera como subsidiaria del grupo Puig, tiene casi 300 puntos de venta en más de 100 países.

Ha vestido a figuras como Nancy Reagan, Jackie Kennedy y Michelle Obama y ha sido premiada con el doctorado Honoris Causa por el Fashion Institute of Technology (FIT) y la CFDA, como «Diseñadora de Moda Femenina del Año»(2004).

Carolina hizo de la camisa blanca un ícono.

 

Desde sus inicios, siempre se ha mostrado impecablemente peinada, con su emblemática camisa blanca, sin estridencias y con su eterna discreción. Tal vez la frase que mejor describa a la creadora de este imperio de la moda se encuentre en el cuestionario Proust que alguna vez le dedicó Vanity Fair. “¿Cuándo miente?”, le preguntó el periodista. “Cuando tengo que hacerlo… Se llaman modales”, contestó Carolina.

Milagros Belgrano.

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