Los príncipes William y Harry se dieron una tregua en medio de sus problemas para develar juntos este jueves, en los jardines de Kensington, una estatua en honor de su madre, Diana de Gales, que este jueves cumpliría 60 años.
La esperada escultura, encargada y financiada por los príncipes, presidirá a partir de ahora el Jardín Hundido en Sunken Garden, en inglés. Este era uno de los rincones favoritos de Lady Di cuando vivía en el Palacio de Kensington en los confines de Hyde Park.
La estatua de bronce, que representa 1,25 veces el tamaño natural, muestra a Diana rodeada de tres niños para simbolizar la universalidad y el impacto generacional del trabajo de la princesa.
El estilo de vestir de Lady Di en la escultura se basa en el que lució en sus últimos años de vida, cuando ganó confianza en su papel de embajadora de causas humanitarias.
Además de William y Harry, la ceremonia para descubrir la estatua reunió en suelo real a miembros de la familia cercana de Diana. Entre ellos algunos de sus hermanos, que encabezaron una lista de invitados reducida a causa de las exigencias por la pandemia del covid-19.
Brillaron por su ausencia la reina Isabel II, las duquesas de Cambridge y de Sussex y el príncipe Carlos, heredero al trono, que rechazó asistir al evento para no reabrir viejas heridas.
Para el duque de Cambridge y el duque de Sussex, la estatua es un símbolo de la vida y el legado de su madre, cuyo amor, fortaleza y carácter la convirtieron en una fuerza para el bien en todo el mundo.
«Todos los días deseamos que ella todavía estuviera con nosotros», expresaron los príncipes. Ambos agradecieron el apoyo de todas las personas que mantienen viva la memoria de Diana.